-1-

Está perdido en la vida.-resuena la frase de mí madre que he oído tantas veces.

Después un murmullo de confirmación por parte del resto de la familia, y continúan hablando de política, economía o riéndose de los chistes malos de mi tío.

Cómo odio las comidas familiares. Estoy tumbado en el sofá. Sé que es una falta de respeto pero me da igual. Porque llevo 40 horas despierto. Porque es 1 de enero y son las 2 de la tarde, y debería seguir durmiendo hasta el año que viene. Recuerdo que de pequeño escribía en un papel 12 propósitos. Una amiga me enseñó que se escriben 12, uno por cada mes del año, los llevas en una nota durante toda la noche en el pie izquierdo, y a la mañana siguiente, uno de enero, los lees en alto y los quemas. La única tradición que he seguido este año, es el tanga rojo de... Marta, creo recordar. Es increíble que acierte a recordar algo de anoche.

Justo cuando estoy a punto de dormirme suena The Man Who Can't Moved. Me cago en la puta. Es Raúl.

Me dice que hay una fiesta esta noche en un local. Que cuesta 20 euros porque tenemos que llevar nosotros la bebida, pero que van a ir chicas de Bachillerato.

-Si son unas niñas...

-Bueno, sus tetas no dicen lo mismo.

-20 pavos... Pues a ver de dónde los saco.

Cuelgo.

He gastado demasiado en estas semanas, y me he acabado el sueldo de este mes. Sólo me queda una salida, pedírselo a mi madre.

Pf... Ni de coña.

Tengo que irme ya. Aprovecho que mi tío sale por la puerta y paso antes que él.

Bajo corriendo las escaleras mientras me grita: ¡Pórtate bien!

Cojo el metro y me bajo en Vicálvaro. En mis cascos suena Lithium, y al girar la cabeza, la veo.

Lleva los labios pintados de rojo, los ojos del color del frío. El viento hace que le moleste en los labios, pero al segundo cambia de dirección y deja entrever sus orejas rojas por el frío. Lleva ese piercing que es un palo atravesando la oreja que nunca sé cómo se llama. Le queda bien. Al pasar suelta el humo del cigarro y se ríe, como si supiera lo que estoy pensando. Como si supiera que nunca había visto algo tan bonito. Pienso en decirle algo, pero estoy en blanco. Creo que me ha hipnotizado. Sigo caminando y casi me choco contra una farola. Mierda. He quedado como un imbécil. Vuelve a reírse. Hija de puta.

Giro la cabeza y no vuelvo a girarla por la vergüenza. Pero cuando voy a girar la esquina, un impulso me hace mirarla de nuevo. Mierda, ya no está.

-2-

Llegué a casa sobre las 3 y media. Busqué y rebusqué en busca de dinero. Mi madre lo cambia de sitio cada día, como si no se fiara de mí. Miro entre los cajones, en su armario, en el bote de Colacao... Nada. Cuando estoy a punto de rendirme, veo la mesita de noche del lado derecho de la cama, el que no es el de mi madre. La mesita de noche que usaba mi padre. Abro el primer cajón, y ahí está. La cartera con lo que mi madre lleva ahorrando este mes. Me siento culpable por un segundo, pero después pienso que si no lo cojo yo, lo usará mi madre y en seguida se me pasa. Debe de haber unos 300. Cojo los 20 que necesito y otros 20 por si acaso. Después me pongo el despertador a las 10 y me echo en la cama. En mis sueños aparece de nuevo la chica que vi en el parque al salir del metro. La escena se repite pero esta vez le hablo. Le digo que hace por allí tan sola, que si no tiene frío con ese pantaloncito tan corto, que si quiere que me quede con ella un rato, que parece joven para fumar (aparenta unos 17). Nada. A todo lo que digo se ríe. No sé qué le hace tanta gracia. Llega un momento en el que llevo minutos callado, pero ella no puede dejar de reír. Yo me siento ridículo y humillado, y quiero irme, pero no lo consigo. Empieza a sonar la canción de The Script otra vez y me despierta. Gracias a Dios. Esta vez es Ángel. Apenas son las 9.

-Tío, ¿qué haces? Te he mandado mil mensajes.

-Me he dormido. ¿Qué pasa?

-Me ha dicho Raúl que venías... ¿Te vienes a pillar?

-Que va, estoy reventado. Píllame tú.

-¿Cinco como siempre?

-¡Qué va! Tengo 20. (Adiós a mis 20 por si acaso).

-¿20? ¡Genial!

Cuelgo.

No me gusta despedirme por teléfono. Me parece absurdo. Y más si vas a ver a esa persona más tarde. Es como cuando te despides de un amigo y luego os vais los dos en la misma dirección.

Empiezo a vestirme. Paso de vaqueros, estoy muy cansado. Además con la fiesta de esta noche es mejor que me ponga unos pantalones fáciles de quitar. Cojo el chándal de Marshall y me pongo las Airmax. La verdad es que ya están un poco gastadas, pero no pienso tirarlas. Me "peino" y cojo el frasco de One Million. Perfecto. Ojalá pudiéramos ir en coche, pero todo el mundo pasa de conducir. Y de sacarse el carnet. Y de comprarse un coche. Miento. Ortega tiene coche. Bueno, se lo dio su padrastro el millonario, así que no cuenta. Pero es tan caro que le da miedo sacarlo del garaje. Así que nada, nos toca ir en metro. El local está cerca de Sol. Voy hacia el metro y al pasar por el parque pienso en la chica, y en el sueño que he tenido. Menuda gilipollez. Parezco un niño enamorándome de desconocidas. Enamorarse. Sonrío mientras camino. Como si existiera eso.

Espero a Raúl en la entrada del metro. Llega con dos colegas más cargado de botellas. Esta noche va a ser increíble.

-Cuéntanos más sobre esas tías, Raúl.

Él nos empieza a explicar con detalles las fotos de las chicas que ha visto en instagram, y otras que había visto en persona. La cosa pintaba bien, aunque me echaba para atrás el hecho de que al parecer ninguna había cumplido los 18.

Todos le escuchábamos muy atentos, como si lo que saliera de su boca fuera el acertijo de algún misterio. Raúl tenía ese don. Conseguía que todos le prestasen atención y no creo recordar que le cayera nunca mal a nadie. Aún así yo ligo más que él. Bastante más. No me considero más guapo, para nada, pero tenemos un rollo distinto. Él algo más bajito que yo, y más escuálido. Tiene las mandíbulas muy marcadas y unos ojos muy marrones. Pero él es un buen tío. Esa sería su definición. Creo que es tan simpático que todas las tías le ven como a un amigo. O como a un novio. Ha tenido varias novias en su vida, yo contaría unas diez. Cada cual más hija de puta que la anterior. Parece que tiene un imán para atraer a las zorras. Una vez una le dejó con un mensaje diciéndole que le engañaba con su mejor amigo. No sé cómo llegó a perdonarme esa.

Sin darnos cuenta, llegamos a Sevilla.

Bajamos y veo muchas chicas por la calle con vestidos negros muy ajustados, unos tacones tan altos que apenas pueden caminar y la cara llena de maquillaje.

Entramos en el local y ya me había gastado todo el dinero que llevaba. Más vale que valga la pena. Estoy deseando que llegue Ángel.

El local está prácticamente vacío, hemos llegado muy pronto.

-La fiesta es para una chica de Bachillerato del instituto. (Sigue diciendo el instituto aunque ya casi no aparezcamos por allí).-dice Raúl.-La verdad es que no la conozco, pero David nos ha colado. Deberías agradecérmelo, porque ya sabéis lo que eso significa.

Los dos se quedan en silencio esperando a que les dé la respuesta.

-Significa carne fresca. Un montón de chicas que no habéis visto nunca y que no se acordarán de vosotros al día siguiente.-rompo el silencio.

Los cuatro nos sentamos y colocamos la bebida en una de las mesas del fondo. Tengo tantísimo sueño. Estoy en ese momento en el que tienes tanto sueño que no podrías dormir aunque lo intentases.

Poco a poco, el local se va llenando, las chicas van entrando y el alcohol empieza a correr por nuestras gargantas. La música suena tan alta que nos gritamos unos a otros sin escucharnos. Yo estoy algo callado. No me llama la atención ninguna de las chicas que pasa. Todas son increíbles, pero ninguna me gusta. No sé qué me pasa. Alrededor de las 2 llega Ángel. Vamos al baño y volvemos con los ojos mucho más rojos y con una felicidad insólita. La fiesta empieza de verdad a animarse, y aunque aún no haya ligado, me lo estoy pasando bien. Un grupo de chicas se han sentado con nosotros en la mesa. Una de ellas está sentada en las piernas de Raúl, la otra intenta evitar las evidentes fichas que le lanza Ángel, y la última juega con su pelo mientras me cuenta la historia de cómo era su último ex. ¿De verdad pretende ligar así? La verdad es que la chica es preciosa, y si no aparece nadie más me la llevaré a casa, pero no sé. Me parece igual que todas. Hoy estaba buscando una distinta, algo diferente.

-3-

Alguien baja la música. El chico del micrófono es Miguel, iba conmigo a Geografía económica de cuarto. Es un buen tío.

-Bueno, todos sabéis porque estamos aquí. Estamos aquí porque es el cumpleaños de una chica muy especial. ¡Felicidades Sara!

Todos aplauden y algunos vitorean. Entonces me fijé en una chica que llevaba una de esas camisetas cortas de encaje blanco con una falda negra. Llevaba también una chaqueta de cuero negra pero no conseguí verla bien. Estuve intentando verle la cara pero la gente no paraba de abrazar a la chica del cumpleaños. La chica se levanta y sale por la puerta que lleva a la terraza. Me levanto bruscamente y me tiro una copa encima. ¡Me cago en la puta!

-Voy al baño-le digo a Raúl, que no parece oírme. Estaba hablando con la rubia del vestido rojo.

Salgo a toda prisa del local y veo a la chica de la falda negra sentada en un banco. Entonces es cuando me doy cuenta de que es la chica que vi esta mañana al salir del metro. ¡Esta es mi oportunidad! Me siento a su lado. Su pelo negro se confunde con la noche, sus manos rojas por el frío me confunden.

Tengo la camiseta blanca empapada, y transparenta mis abdominales. Ya no me arrepiento tanto de haber tirado esa copa.

Se coloca el pelo detrás de la oreja y me mira con sus brillantes ojos azules. Me pone tan nervioso que aparto la vista y veo en el suelo un par de cigarros manchados de pintalabios rojo.

La chica mira hacia la entrada del local y se levanta apresurada. No entiendo qué pasa. Me giro y veo a la tal Sara vomitando en la entrada del local. Pffff. ¿Qué coño hago? ¿Me voy con la chica del local a mi casa o me quedo con esos bonitos ojos azules y su amiga que se ha pasado con el alcohol? 

Decido volver dentro, pero me cruzo con la mirada de esa chica, que se clava en mí y me hace un interrogatorio. No puedo irme. Agarro a la tal Sara y la siento en el suelo. Le separo las piernas y la chica le recoge el pelo. 

-Necesitamos agua, y pañuelos.- le digo.

La chica se va y me quedo a solas con Sara.




-4-

No me asusta ni me asquea realmente la chica vomitando en el suelo. Quizás me da un poco de lástima. Es una buena chica que solamente quería un poco de emoción en su cumpleaños, olvidarse de la presión de las clases, de la presión de sus padres... Mi padre solía beber antes de enfermar y mis amigos terminan de esta forma (o mucho peor) todos los días. Por eso sé que esta chica mañana sólo tendrá una resaca del 15 y le esperará una buena bronca con sus padres. Cuando termina de vomitar me mira, con una mezcla de agradecimiento por haber estado con ella, y de arrepentimiento por haber abierto la segunda botella de Jaguer. Entonces yo le digo que todo saldrá bien. Que mañana todo esto será algo de lo que reírse con sus amigas y que no debe tener vergüenza, pues todos hemos estado así alguna vez (sobre todo yo). Cuando termino con los tópicos, ella me abraza y me pide que le prometa que nunca la dejaré sola. ¿Qué hago? Veo a la chica cruzando la esquina y un impulso me hace responder.

-¡Claro! Siempre estaré contigo. Te lo prometo.

Ella llora entonces en mi hombro y me susurra: -Gracias.

Odio el sentimentalismo después de beber. Alguna vez les ha pasado a mis amigos y les pasa a la mayoría de las chicas con las que me acuesto. Cuando empiezan las lágrimas sólo quiero salir corriendo. Lo que entiendo es por qué sigo aquí. 

(Por ella...)

-5-

Quizás fui yo el estúpido por nunca darme cuenta. 

Quizás en el fondo lo sabía. Lo que ella era, lo que se me venía encima. Debí darme cuenta de que ella sería el desencadenante de mi desastre. Pero el corazón gana a la cabeza una vez más.

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